Se somete al hígado, a un hacer y deshacer continuado, lo cual desquicia a la función hepática.
Mientras se come de más, el hígado transforma el sobrante energético en grasa almacenada; mientras se adelgaza, el hígado transforma la grasa almacenada en energía utilizable.
El hígado graso es, entre otras muchas consecuencias, la más frecuente aunque menos perceptible. En cambio, la más visible, es el efecto negativo sobre la piel.
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