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Muchas personas sufren de ansiedad por comer. A menudo escuchamos a una persona decir que cuando está nerviosa le da por comer, o que cuando ha tenido una jornada estresante se premia con chucherías o chocolate. Incluso conocemos a alguien que, si se siente triste, consume dulces sin control.
Estas situaciones nos explican que, muchas veces, la forma de tomar alimentos está conectada con las emociones.

Es habitual utilizar la comida para mantenernos relajados en los momentos en los que nuestras emociones se encuentran alteradas, ayudándonos a gozar de una sensación de calma y tranquilidad. Por eso, es muy típico encontrar personas que ante momentos de ansiedad, tristeza o inquietud recurren a la comida para sentirse mejor. Esto es un arma de doble filo, pues en primera instancia nos sentiremos relajados pero luego vendrá la culpa al ver toda la comida que hemos ingerido.

En este artículo analizaremos con detalle este problema y aportaremos algunas herramientas para mejorarlo. Sin olvidar la importancia de consultar con profesionales de la salud cuando su magnitud sea mayor.

Antecedentes psicológicos comer o hambre emocional

El hambre emocional es un concepto complejo, para entenderlo, debemos centrarnos en sus aspectos emocionales y psicológicos, ahondando en la psique humana.

Las emociones aparecen como respuesta a reacciones psicofisiológicas ante objetos, personas, lugares, recuerdos, etc. Y dependiendo de nuestra capacidad para manejarlas pueden ser beneficiosas o perjudiciales. La ansiedad es una de ellas, se trata de un mecanismo de defensa frente a estímulos supuestamente amenazadores, que puede generar ausencia de hambre, taquicardia o problemas de sueño. Por otra parte, la felicidad nos produce bienestar y mejora nuestro funcionamiento corporal. Aunque las emociones se originan en el cerebro, tienen importantes repercusiones a nivel fisiológico.

Qué es la “alimentación emocional”

Se llama “hambre emocional” o “alimentación emocional” a aquella conducta que utiliza la comida para llenar necesidades emocionales, calmar sentimientos o emociones desagradables, lo que se conoce como “displacer”. La persona que tiene ansiedad por comer, no come para llenar el estómago y nutrirse, sino como respuesta para reducir la ansiedad, el estrés o simplemente por aburrimiento o sentimiento de vacío.

Se utiliza mucho la expresión “hambre emocional”, pero el término “comer emocional” es quizás el que mejor define esta situación, ya que se trata de una conducta de comer que no está relacionada con el hambre, desde un punto de vista fisiológico, sino con un impulso y una conducta que tienen sus raíces en los sentimientos.

Es decir que, ante necesidades emocionales específicas, comemos para intentar satisfacerlas, por eso se denomina hambre emocional. Mientras que el hambre fisiológica consiste en un mecanismo determinado genéticamente, destinado a la supervivencia y a la obtención de nutrientes.

Muchos estudios han determinado que el consumo de ciertos alimentos puede ayudar a mejorar el estado de ánimo. Uno de los más habituales es el chocolate, por su aporte de grasa, azúcar e incremento de triptófano, relacionado con la serotonina. El problema reside en que, ante estos momentos de conflicto emocional, se opta por consumir alimentos de poco valor nutricional, generando con el tiempo un incremento innecesario de grasa y peso corporal.

Por ello es fundamental desarrollar algunos mecanismos para evitar el consumo compulsivo de comida en situaciones emocionales complejas. Es importante saber que el comer emocional se origina en la psique y no en el estómago. Esto hace que sea necesario recurrir a la ayuda de profesionales que nos ayuden a manejar mejor nuestras emociones.

¿Sufres de “comer emocional” o ansiedad por comer?

ansiedad por comer
El “comer emocional” consiste en un mecanismo psicológico que se manifiesta por conducta impulsiva de comer, aunque la persona no sienta hambre. Este impulso suele ser irrefrenable y muchas veces sucede de forma repentina, principalmente por desencadenantes emocionales.

La persona busca un falso bienestar o un consuelo con la comida, pero en cambio, aunque al principio parece satisfacer esta necesidad, en la práctica suele provocarle culpabilidad o descontento ya que la comida no logra el beneficio buscado. La satisfacción del “comer emocional” es efímera, suele durar mientras se percibe el placer de los alimentos gratificantes en el paladar, pero desaparece después de forma rápida.

¿Cómo se puede diferenciar el hambre normal del “hambre emocional”?

El hambre normal o fisiológica consiste en un mecanismo determinado genéticamente que está destinado a la supervivencia, ya que necesitamos los nutrientes para sobrevivir. Reside en una sensación física que crece de forma gradual, que se percibe en la zona del estómago y que produce malestar, incluso cierta agitación, y en algunas personas también irritabilidad. Este estímulo del hambre nos induce a la búsqueda de alimento y, una vez se ha saciado, provoca una sensación agradable de relajación, de calma y nos deja un estado de ánimo positivo.

En general, el “comer emocional” suele tener predilección por alimentos gratificantes, con alto contenido en grasas y azúcares. En cambio, el hambre fisiológica se sacia con cualquier tipo de alimento, no necesariamente dulce o gratificante.

¿Y puede tener consecuencias para la salud?

Efectivamente, la ansiedad por comer tiene unas consecuencias para la salud que pueden llegar a ser graves.

Algunas veces esta conducta puede darse sólo de forma puntual, ante una circunstancia de estrés o de enfado momentáneo, pero en estos casos no es preocupante ya que no tiene grandes consecuencias. Como mucho se habrán ingerido más calorías de las debidas, pero esto se puede compensar inmediatamente en las siguientes ingestas.

Sin embargo, cuando el “comer emocional” es una conducta desadaptativa continuada, el exceso de ingesta puede conllevar consecuencias físicas a medio y largo plazo como un incremento de peso y los trastornos metabólicos asociados. También tiene repercusiones psicológicas, incluso a corto plazo, como sentimientos de culpabilidad, vergüenza, insatisfacción y descontento con uno mismo.

¿Hay personas más susceptibles a tener este problema?

Todos podemos tener conductas de “comer emocional” en un momento de nuestra vida, pero algunos individuos son más vulnerables que otros. Por ejemplo, las personas que padecen ansiedad, depresión o simplemente tienen una baja autoestima, recurren con mayor frecuencia a la comida para calmar estas emociones displacenteras. A veces, puede ser suficiente la insatisfacción personal, la soledad o el aburrimiento para desencadenar conductas de comer como compensación.

Además, si una persona ha aumentado de peso por este motivo, suele tener mayor insatisfacción con su cuerpo, disminuye su autoestima y se siente mal consigo misma por su comportamiento. Como consecuencia tiende a la dejadez y la pasividad, aislándose de los demás, lo que puede agravar los problemas.

Algunas situaciones más graves, como el trastorno por atracón o la bulimia nerviosa, representan un verdadero problema psiquiátrico, ya que se produce una pérdida total del control de la ingesta y se pueden llegar a consumir grandes cantidades de comida.

¿Qué se puede hacer para evitar estos problemas?

La importancia del problema se mide según su duración y la cantidad de comida ingerida. Muchos problemas de obesidad se deben a estas causas emocionales y por esto conviene tener en cuenta estas conductas de comer en exceso, para que la persona pueda hacer un programa adecuado de pérdida de peso.

Si alguien tiene este problema, de entrada, es importante aprender a tomar conciencia de los diferentes sentimientos, emociones y estados internos que inducen a comer como compensación, así como detectar los posibles desencadenantes emocionales.

Muchas personas no identifican claramente sus estados de ánimo o sus sentimientos de manera que, a menudo, la ingesta por causas emocionales no se hace de manera consciente. Al principio puede resultarles algo difícil tratar de identificar sus emociones, por lo que se necesita realizar una forma de “entrenamiento” para ir tomando consciencia poco a poco, aprender a “darse cuenta”.ansiedad por la comida

Una vez se han identificado los desencadenantes y los estados de ánimo que inducen a comer, se podrán buscar alternativas a las situaciones emocionales mediante otras actividades que sean gratificantes y que no tengan consecuencias o riesgos para la salud, como: tomar un baño, leer un libro, dibujar, escribir a un familiar lejano, poner una canción que guste mucho y bailar, incluso si es necesario, buscar apoyo en amigos.

Existen muchas situaciones que nos dan placer y que son adecuadas para calmar un enfado, un momento de estrés o un estado de ánimo triste. Cada persona puede identificar las que son propias y más eficaces para sí misma.

Además, no debemos olvidar el mantener un ritmo adecuado de las comidas, hacer actividad física, cultivar las relaciones sociales y desarrollar las propias habilidades en cualquier tipo de actividad lúdica.

Si una persona tiene episodios repetidos de pérdida de control con los alimentos, ansiedad por comer, siempre debería acudir a un especialista.

Antecedentes psicológicos comer o hambre emocional

El hambre emocional es un concepto complejo, para entenderlo, debemos centrarnos en sus aspectos emocionales y psicológicos, ahondando en la psique humana.

Las emociones aparecen como respuesta a reacciones psicofisiológicas ante objetos, personas, lugares, recuerdos, etc. Y dependiendo de nuestra capacidad para manejarlas pueden ser beneficiosas o perjudiciales. La ansiedad es una de ellas, se trata de un mecanismo de defensa frente a estímulos supuestamente amenazadores, que puede generar ausencia de hambre, taquicardia o problemas de sueño. Por otra parte, la felicidad nos produce bienestar y mejora nuestro funcionamiento corporal. A__unque las emociones se originan en el cerebro, tienen importantes repercusiones a nivel fisiológico__.

¿Qué es exactamente el hambre emocional o comer emocional?

Es decir que, ante necesidades emocionales específicas, comemos para intentar satisfacerlas, por eso se denomina hambre emocional. Mientras que el hambre fisiológica consiste en un mecanismo determinado genéticamente, destinado a la supervivencia y a la obtención de nutrientes.

Muchos estudios han determinado que el consumo de ciertos alimentos puede ayudar a mejorar el estado de ánimo. Uno de los más habituales es el chocolate, por su aporte de grasa, azúcar e incremento de triptófano, relacionado con la serotonina. El problema reside en que, ante estos momentos de conflicto emocional, se opta por consumir alimentos de poco valor nutricional, generando con el tiempo un incremento innecesario de grasa y peso corporal.

Por ello es fundamental desarrollar algunos mecanismos para evitar el consumo compulsivo de comida en situaciones emocionales complejas. Es importante saber que el comer emocional se origina en la psique y no en el estómago. Esto hace que sea necesario recurrir a la ayuda de profesionales que nos ayuden a manejar mejor nuestras emociones.

Características del hambre emocional

A continuación, vamos a mencionar una serie de aspectos fundamentales para identificar el hambre emocional y no confundirla con el hambre real:

  • Sensación continua de hambre: El hambre emocional o comer emocional suele aparece de forma repentina y nos incita a ingerir ciertos alimentos gratificantes, con alto contenido en grasas y azúcares. Nuestro cerebro tiene sensación de hambre, lo que nos incita a comer, pero no guarda relación con el hambre fisiológico.
  • Impulsividad: Es muy difícil controlar el hambre emocional, ya que en la mayoría de ocasiones no se reconoce y se camufla como hambre real. Por ello, ingerimos alimentos hasta “saciarnos”, más allá de lo que comeríamos de forma habitual.
  • Culpabilidad: Aparentemente cuando se tienen problemas emocionales que derivan en comer o hambre emocional se piensa que al comer obtendremos ofrece un falso bienestar, generándonos posteriormente una sensación de culpa.

Sintomatología del hambre emocional

  • Comer para calmar la ansiedad y los pensamientos
  • Incapacidad para controlar el impulso de comer
  • Comer a modo de recompensa, no por hambre real
  • Sentir mucha hambre en momentos complejos emocionalmente
  • Ingesta de alimentos concretos, ricos en azúcares y grasa
  • Ingesta más rápida de lo adecuado
  • Alivio emocional efímero al comer

Causas del comer emocional

Para poder controlarlo es fundamental entender las causas que generan esta condición:

Emociones

Ante situaciones complicadas como la tristeza, la soledad, la ira o el miedo , se opta por comer Ante situaciones complicadas como la tristeza, la soledad, la ira o el miedo, se opta por comer alimentos que producen bienestar, tratando de evitar enfrentarse a las emociones. Sin embargo, la solución es solo momentánea y puede repercutir negativamente en nuestra salud.

Por aburrimiento

Cuando una persona no tiene recursos para ocupar su tiempo, puede optar por la ingesta de alimentos poco saludables para distraerse y sentirse satisfecho. Pero esta no es una solución duradera y producirá más problemas a largo plazo.

Malos hábitos

Es habitual que el hambre emocional se dé por hábitos que hemos aprendido de pequeños. Diversos estudios han determinado que, premiar o castigar a los niños con alimentos puede ser contraproducente. Ya que desarrollan un vínculo innecesario con la comida, priorizando las emociones al hambre real. Iniciando el problema del hambre emocional en la infancia y haciendo que se mantenga en la edad adulta.

Aspectos sociales

Las reuniones sociales, ya sean comidas con compañeros de trabajo o cenas familiares, pueden ser momentos críticos. En ellos se bebe y se come de forma abundante y descontrolada, alentada por las ganas de compartir y participar en un grupo. En estos momentos es clave a disciplina propia para controlar la ingesta.

Estrés y ansiedad

El ritmo de vida actual hace que el estrés se haya convertido en uno de los mayores problemas de salud. El estrés eleva los niveles del cortisol, generando problemas de diversa índole, por ejemplo, ansiedad por comer. Hace que tendamos a comer alimentos poco saludables como fritos o dulces. Cuanto menos estrés tengamos, menor probabilidad tendremos de experimentar hambre emocional.

El hambre emocional o comer emocional, la importancia de las emociones en la alimentación

Como ya hemos mencionado, premiar las conductas positivas o negativas de los niños con ciertos alimentos lleva a que, en la edad adulta, se tienda a recurrir a esos alimentos en momentos de celebración o de tristeza.

Otro error es utilizar los regalos de comida como única muestra afectiva. Más si lo que se regala es de alto valor calórico, pero poco aporte de nutrientes. Por ejemplo, cuando regalamos grandes cantidades de chocolates, chúches o galletas. El chocolate es un regalo muy habitual pues genera una sensación de placer y bienestar, ya que contiene dos sustancias que afectan a nuestro cerebro, el triptófano y la feniletilamina.

En nuestra sociedad, comer de forma emocional es muy habitual, sin embargo, es conveniente controlarlo para evitar problemas de salud mayores. Con la información adecuada podemos reducir la influencia de las emociones en nuestros patrones alimentarios y así conseguir tener el control de nuestra alimentación y de nuestra vida.

La ansiedad por comer

La ansiedad es un problema psicológico que ha sido infravalorado durante mucho tiempo, pero que se ha convertido en una de las causas más habituales de consulta. La ansiedad genera una sensación de incertidumbre constante (sobre todo ante situaciones que no se pueden controlar) y de alerta, es decir, es una forma adaptativa que tiene nuestra psique ante ciertos estímulos.

Estos son algunos de los síntomas más frecuentes:

  • Sensación constante de malestar
  • Sudoración excesiva
  • Taquicardias
  • Náuseas
  • Mareos
  • Problemas de sueño
  • Falta de apetito o apetito excesivo

Ante una sensación de ansiedad constante, es habitual buscar actividades para sentirnos mejor. En ocasiones estas pueden ser beneficiosas, como salir a dar un paseo o hacer deporte, o perjudiciales, como el consumo de alimentos de forma impulsiva o el consumo de alcohol

Según los estudios realizados por J. Silva en su obra “Sobrealimentación inducida por la ansiedad”, la ansiedad es una de las condiciones psíquicas que mayor impacto tiene sobre nuestro día a día. Ya sea en las conductas emocionales como en el metabolismo o la salud general.

Muchas personas encuentran en la alimentación una vía de escape frente a la ansiedad, optando por consumir alimentos como comida rápida, bollería, helados o alimentos altos en calorías por la falsa sensación de tranquilidad que les generan. No obstante, esto es un mero parche ante los verdaderos problemas.

Por otra parte, en algunas personas la ansiedad produce el efecto contrario, la falta de apetito. Estas personas no tienen hambre pues sienten una presión continua en el pecho, un nudo en la garganta y muchos problemas a nivel digestivo a causa de la ansiedad. Esta sintomatología extendida en el tiempo puede ser muy perjudicial para la salud y es necesario buscar ayuda profesional.

El adelgazamiento y el hambre emocional

En España el porcentaje de población con sobrepeso y obesidad es elevado, por lo que adelgazar se convierte en un reto. La ansiedad y la depresión también están vigentes en un amplio sector de la población, dejando vía libre al comer emocional. Realizar programas de adelgazamiento cuando se sufre ansiedad puede ser contraproducente, pues en importante tratar primero la raíz psicológica del problema. La decisión de adelgazar debe ser meditada y llevada a cabo entendiendo lo que conlleva y apoyándose en profesionales que pueden guiar a la persona.

Es común que durante el proceso de adelgazamiento se produzcan desencadenantes emocionales y momentos de atracón. Es fundamental tener herramientas y desarrollar pautas saludables que nos ayuden a evitar comer de forma impulsiva.

Como complemento a una alimentación equilibrada, es imprescindible hacer deporte, pues nos ayudará a alcanzar nuestro objetivo. El deporte ayuda a liberar endorfinas que producen relajación y bienestar. Además, moviliza la grasa y remodela nuestra musculatura. La unión de alimentación y ejercicio ayuda a reducir el comer emocional y a mantener una buena forma física y mental.

Herramientas para superar el hambre emocional

El hambre/comer emocional no solo supone un problema en el descenso de peso, también afecta a:

  • Autoestima
  • Calidad de vida
  • Incremento de la grasa corporal
  • Aumento de probabilidad de padecer enfermedades cardiovasculares
  • Probabilidad de sufrir diabetes
  • Estrés
  • Ansiedad
  • Sensación constante de culpa

Veamos que herramientas tenemos disponibles:

  • Tratamiento nutricional Nos ayudará a tener una alimentación planificada, ayudándonos a entender cómo debemos comer para alcanzar una dieta variada, equilibrada y saludable.
  • Tratamiento psicológico Como hemos dicho, el tratamiento de las causas subyacentes es fundamental para solucionar el comer emocional. Tratar de comprender porque se producen los atracones logrará pararlos antes de que se produzcan. La técnica cognitivo-conductual ayudará a desarrollar una nueva forma de relacionarnos con la comida, evitando una vinculación negativa con las emociones.

Diferencias entre el hambre normal y el “hambre emocional”

En la siguiente tabla mostramos las principales diferencias entre el hambre real y el hambre emocional:

Hambre real

  • Incrementa a medida que pasa el tiempo
  • Sensación de apetito en el estómago
  • Cuando se tiene hambre real se ingiere cualquier alimento
  • Satisfecho tras comer y sin problemas para dejar de comer
  • Se come por necesidad, no por relación con nuestras emociones

Hambre emocional

  • Llega de forma repentina
  • Deseo de comer algo en concreto, más que necesidad
  • Deseo de comer alimentos altos en grasas, calorías como comidas rápidas y alimentos procesados
  • Tras comer no se calman las ganas de comer, siendo una ingesta de alimentos excesiva
  • Sensación de culpa tras comer tanto

Formas de controlar y superar el hambre emocional

Cuando el comer emocional se instala en nuestro día a día, es necesario tomar medidas para revertir la situación. Además de acudir a un nutricionista y a un psicólogo, podemos aplicar algunas medidas:

No dejarnos llevar por nuestras emociones

Es fundamental que nos conozcamos y analicemos nuestras emociones cuando surjan. Debemos ser conscientes de que estamos pasando por un mal momento emocional y tratar de no focalizar nuestro malestar en la comida.

Conocer nuestro cuerpo

El hambre emocional reside en nuestro cerebro, no en nuestro estómago. Esto es clave para ayudarnos a comprender cuándo tenemos ansiedad emocional y cuando hambre real, ya que esta se muestra con ruidos estomacales y al comer nos sentiremos saciados.

Manejar el estrés

Solemos utilizar la comida para calmar la sensación de estrés, peroesto suele tener consecuencias negativas. Debemos aprender a manejar el estrés, evitando que nos supere. Para ello, podemos realizar deporte, ejercicios de meditación/relajación y en el caso de que el estrés sea muy severo, una consulta al psicólogo puede ser necesaria.

Ejercicio

El equilibrio mente y cuerpo es fundamental. Por mucho que ejercitemos nuestra mente, si no realizamos ejercicio, no vamos a gozar de un buen estado de salud. Infinidad de estudios han determinado que la práctica regular de deporte es sumamente beneficiosa para la salud. Ya sea caminar, nadar, hacer pesas o artes marciales, el deporte va a ser imprescindible para poder tener control sobre nuestras emociones.

Meditación

El hambre emocional se genera por una inestabilidad emocional dada en su mayor parte por problemas relacionados con el estrés, la ansiedad e incluso, la depresión. Diversos estudios realizados han determinado que la meditación o la práctica de disciplinas como el yoga o el tai-chi pueden servir como tratamiento para los desequilibrios emocionales y, por tanto, para mantener controlada nuestras emociones y que estas no afecten a nuestra alimentación.

Control de alimentos

Es importante que analicemos lo que comemos a lo largo del día para saber si parte de nuestras ingestas son emocionales. Si tenemos un consumo elevado de alimentos procesados altos en grasas y azúcares en momentos dispares, puede indicar que nos estamos dejando llevar por nuestras emociones. No debemos olvidar que comer es la forma que tiene nuestro cuerpo de obtener los nutrientes necesarios para la vida.

Evitar dietas restrictivas

Es muy habitual ver como personas que desean adelgazar siguen planes nutricionales excesivamente estrictos. Estos planes suelen mantenerse durante un tiempo limitado, ya que son muy bajos en calorías y no se adaptan a los hábitos de las personas que los realizan. La consecuencia es que al poco tiempo se vuelve a la alimentación original y se recupera todo el peso perdido, incluso superándolo.

Alimentación consciente

Este término hace referencia a la aplicación de principios que nos van a permitir que comamos mejor. Ya sea comer más despacio o comer sin distracciones, lo que nos ayudará a disfrutar más de la comida y ser conscientes de si estamos comiendo por necesidad o dejándonos llevar por las emociones.

Consejos

  • Sensación de soledad: Es habitual que en algún momento de nuestra vida nos sintamos algo solos. La soledad no es mala, pero en ocasiones puede generar problemas , permitiendo que las emociones nos controlen y que el hambre emocional llene ese vacío. En esos momentos es importante no aislarse, sino quedar con amigos, salir a dar un paseo…
  • Cansancio: Cuando uno se encuentra cansado suele estar más apático de lo normal, siendo habitual consumir alimentos de rápida preparación y, por tanto, de poco valor nutricional. En estas situaciones es importante tener comida nutritiva que pueda sustituir a la comida precocinada.
  • Plan nutricional: Tener un plan nutricional establecido puede es de gran ayuda. debe ser elaborado por un profesional en función de las características de cada usuario. Al tener un orden preestablecido de comida, caeremos en menos errores nutricionales.
  • Alimentos apropiados:__ Llevemos en nuestra mochila una pieza de fruta u otro snack saludable para consumir en esos momentos de hambre__, aportando así a nuestro cuerpo un alimento nutritivo que nos ayudará a sentirnos saciados.
  • Adiós al azúcar: La cantidad de azúcar que se consume actualmente es muy superior a la recomendada. Nos encontramos con infinidad de alimentos que contienen azúcares añadidos, por ejemplo, un único yogur posee 20 gramos de azúcar. Debemos evitar el consumo de alimentos procesados , optando por alimentos naturales

¿Es posible curar el hambre emocional?

Sin duda alguna, todo depende de nosotros. En primer lugar, se pueden desarrollar pautas en las cuales optemos por alimentos sanos y nutritivos. No obstante, en casos más severos será aconsejable la orientación de un especialista, ya sea un nutricionista o un psicólogo, que nos ayudará a controlar las emociones para que estas no afecten a nuestra alimentación.

¿Cómo diferenciar el hambre emocional?

El hambre emocional no es una necesidad fisiológica. Cuando tenemos hambre real sentimos movimientos en el estómago de forma progresiva, malestar, irritación y finaliza cuando hemos comido. Por otra parte, el hambre emocional puede aparecer de forma repentina y a pesar de comer una gran cantidad de alimentos, no desaparece por completo.

¿Cómo saber si tienes hambre o ansiedad?

Podemos identificar los síntomas relacionados con la ansiedad, como sudor constante, sensación de inquietud general, taquicardia, mareo, dolor de cabeza, etc. Y compararlos con los que sentimos cuando tenemos hambre fisiológica, de forma que sepamos diferenciarlos en nosotros mismos y actuar consecuentemente. Así evitaremos caer en el consumo de alimentos poco saludables.

¿Cómo saber si estás saciado?

Cuando se tiene hambre emocional es complicado determinar si estamos saciados o no. Para saber si tenemos el estómago lleno, podemos tratar de comer algo que nos guste mucho y veremos que no deseamos seguir comiendo. Esto no ocurre con el hambre emocional, pues a pesar de haber cumplido con los requisitos nutricionales, nuestras emociones nos inducen a seguir comiendo.

¿Qué hacer para comer poco y llenarse?

Se trata de un entrenamiento diario. Podemos optar por alimentos que nos sacien, por ejemplo, alimentos ricos en proteína o en fibra, como las verduras, frutas e hidratos de carbono complejos. La fibra ayudará a que nos sintamos más saciados, además de ser sumamente beneficiosa para la digestión. El problema es que se suele optar por alimentos calóricos, altos en grasa y azúcares que tienen el efecto contrario.

¿Qué pasa si estoy llena y sigo comiendo?

Esto es síntoma de “el comer emocional”. Si nos sentimos llenos y aun así queremos seguir comiendo, debemos ser conscientes de ello y cambiar de actividad. Podemos distraernos cambiando de contexto y buscando una forma de entretener a nuestro cerebro, hasta que las ganas de comer se pasen.

Conclusión

El hambre emocional es un problema muy relevante en nuestra sociedad pues genera un descontrol alimenticio relacionado con el manejo de las emociones. La clave para controlarlo reside en nosotros, que se puede solucionar si tomamos conciencia de ello y nos proponemos cambiarlo. Asimismo, la práctica de ejercicio diario y la consulta con un profesional especializado puede ser fundamental para el cambio de hábitos.

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Por el Dr. Rafael Casas Esteve (Psiquiatra)

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