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El invierno es una época del año que trae consigo la llegada de bajas temperaturas y peores condiciones climáticas (frío excesivo, lluvia, nieve…). Coincidiendo con ello, cambian algunos aspectos de nuestro día a día. Por ejemplo, incorporamos a nuestra alimentación más platos calientes (estofados, guisos, potajes…) y comenzamos a utilizar prendas de abrigo como gorro, guantes, bufanda o abrigo.

Sin embargo, una de las cosas que realmente caracterizan al invierno es el aumento de la aparición de infecciones víricas (generalmente respiratorias) que ponen en “jaque” a nuestro sistema inmune. Éstas suelen acompañarse de síntomas como fiebre, catarro, tos, estornudos, dolor de cabeza, mocos…

En este post comentaremos cuáles son las infecciones víricas más comunes del invierno y por qué suelen ocurrir especialmente durante esta época del año. Además, aportaremos una serie de consejos para tratar de prevenir su aparición y analizaremos el papel que nuestra alimentación puede ejercer sobre el funcionamiento de nuestro sistema inmune.

¿POR QUÉ SON MÁS FRECUENTES LAS INFECCIONES VÍRICAS EN INVIERNO?

Una de las causas que explica el porqué es más común que enfermemos durante el invierno es que los virus respiratorios estacionales son capaces de sobrevivir más tiempo y de reproducirse mejor a temperaturas bajas. Además de ello, nuestro sistema inmunitario trabaja mejor ante temperaturas cálidas, lo cual también aumenta las posibilidades de enfermar durante este momento del año.

En línea con lo anterior, se ha podido comprobar y demostrar a través de numerosos estudios como los casos de gripe se desarrollan con mayor facilidad durante climas fríos y secos, caso precisamente de los países europeos durante el invierno.

¿CUÁLES SON LAS INFECCIONES VÍRICAS MÁS COMUNES?

Como hemos adelantado, el frío aumenta el riesgo de sufrir una infección respiratoria. Lo más común es que los virus que las provocan entren a nuestro organismo a través de las vías respiratorias altas (nariz y boca). Aunque a priori nos parezcan problemas leves de salud, la realidad es que, si se complican, pueden llegar a ser muy peligrosos.

Las infecciones más comunes durante el invierno son:

  • Resfriado común. Se origina por la presencia de virus que provocan una inflamación en la zona nasal y en la zona de la garganta. Suelen traer consigo catarros (causados por el rinovirus), los cuales es importante tratar adecuadamente para evitar que acaben desencadenando enfermedades más graves como una neumonía. Algunos de los síntomas que puede provocar son congestión nasal, estornudos, mocos o irritación ocular.
  • Gripe. Se trata de la infección más común durante esta época, de forma que es recomendable que aquellas personas más propensas a su aparición se vacunen frente a ella como medida preventiva. Provocada por el virus de la Influenza, causa síntomas muy parecidos a los del resfriado, aunque se diferencia de éste en que puede provocar también fiebres altas y molestia muscular.

Cabe mencionar que las infecciones víricas propias del invierno son más frecuentes entre la población infantil, ya que tienen un sistema inmunológico menos desarrollado que los adultos. De esta forma, son más vulnerables ante los cambios de clima que tienen lugar.

¿PUEDE AYUDAR NUESTRA ALIMENTACIÓN A REFORZAR NUESTRO SISTEMA INMUNE?

Sí. Uno de los muchos beneficios que tiene seguir una alimentación variada y equilibrada es precisamente ayudar a que nuestro sistema inmune funcione adecuadamente. Para ello, debemos llevar a cabo una alimentación en la que predominen alimentos de gran densidad nutricional (con un contenido elevado de diferentes vitaminas y minerales, especialmente de aquellos con función antioxidante).

Algunos de estos nutrientes que ejercen un importante papel sobre el sistema inmune son:

  • Vitamina A. Desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la integridad de la superficie de las mucosas, las cuales son las “barreras naturales” frente a infecciones. Se encuentra en alimentos como hígado, huevo, lácteos enteros, zanahoria, espinacas…
  • Vitaminas del grupo B. Se han descrito alteraciones del sistema inmune asociadas al déficit de estas vitaminas. Por ejemplo, se ha visto que la deficiencia de algunas de ellas puede provocar la disminución de la producción de anticuerpos, moléculas propias de este sistema inmune. Dependiendo de la vitamina del grupo B, las fuentes alimentarias en las que se encuentra varían.
  • Vitamina C. Aumenta la producción de interferones, sustancias con acción antiviral. Está presente en alimentos como pimiento, frutas cítricas (naranja, limón, mandarina…), fresas, perejil
  • Vitamina E. Se ha demostrado su importante acción antioxidante protegiendo a las células frente a los daños causados por los radicales libres. Esta vitamina la encontramos principalmente en frutos secos y en vegetales de hoja verde.
  • Hierro. Su deficiencia disminuye la respuesta inmunológica. Se localiza en alimentos como carne roja, marisco, legumbres…
  • Zinc. De manera similar al hierro, su déficit puede afectar negativamente a nuestra respuesta inmune. Está presente en mariscos, frutos secos, legumbres, semillas de calabaza…
  • Selenio. Niveles bajos de selenio pueden reducir la actividad defensiva frente a bacterias y la respuesta de los anticuerpos. Fuentes alimenticias de selenio son las nueces de Brasil, pescado y marisco, carne roja…

MEDIDAS PARA PREVENIR LA APARICIÓN DE INFECCIONES

  1. Evita, en la medida de lo posible, ambientes cerrados y concurridos en los que exista mucha aglomeración de gente. Los resfriados y la gripe son infecciones que se contagian muy fácilmente.
  2. Abrígate bien cuando salgas a la calle. En sitios interiores, no es necesario que vayas muy abrigado, especialmente en casos en los que esté encendida la calefacción, ya que ello podría llevarnos a sudar, alterando la capacidad termorreguladora de nuestro organismo.
  3. Mantén una correcta higiene de manos, empleando jabón o gel hidroalcohólico.
  4. Incorpora alimentos ricos en nutrientes con función antioxidante (vitaminas A, C y E, selenio, zinc…).
  5. Hidrátate adecuadamente, especialmente a base de agua o infusiones sin azúcar.
  6. Ventila las habitaciones de casa para que el aire se renueve.
  7. Realiza ejercicio físico a diario. Además de para lograr un buen estado físico, realizar actividad física de manera regular ayuda a que nuestro sistema inmunitario funcione adecuadamente.
  8. Realizar un descanso suficiente. Dormir adecuadamente también hace que nuestro sistema de defensas funcione mejor. Si quieres ampliar información sobre cómo descansar adecuadamente, puedes ampliar la información en uno de nuestros anteriores post 

¿CÓMO PUEDE AYUDARNOS NUTRICARE?

Además de por tener un aporte calórico bajo, todas las comidas NutriCare destacan por ser nutricionalmente completas. De esta forma, incorporan en su composición todos los nutrientes que hemos ido resaltando a lo largo del post en una cantidad de, al menos, el 33% de su CDR (Cantidad Diaria Recomendada).

 

Si quieres incorporar alguna de nuestras comidas NutriCare a tu alimentación diaria, contacta con tu Asesor NutriCare. Estará encantado de ayudarte y de resolverte dudas que pudieras tener sobre los mismos.

En caso de no disponer de Asesor, contacta con nosotros a través del 900 188 111.

Cristina García

Cristina García

Coordinadora del Departamento Médico NutriCare

Colegiada: 24412
Licenciada en Farmacia (Orientación Dietético-Farmacéutica) (Universidad Complutense de Madrid).
Doctorada Nutrición (Facultad Farmacia Universidad Complutense).
Técnico Especialista en Nutrición (Instituto Ciencias de la Salud y la Actividad Física).
Máster Especialista en Nutrición deportiva  (International University Study Center Universidad Cádiz).
Máster Especialista en nutrición y Deporte (Escola Gallega de Formación).

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