Cansancio, falta de energía, fatiga permanente, … presta atención a los mensajes que te manda tu cuerpo. Éstos parecen indicar que tienes un consumo bajo de proteínas. En este artículo te contamos cuáles son los principales síntomas de este déficit y te recomendamos las comidas de nuestra gama más apropiados para ponerle solución.
Introducción
Las proteínas, junto a los hidratos de carbono y las grasas, son los macronutrientes básicos que obtenemos a través de la alimentación. Mientras que los hidratos de carbono y las grasas proporcionan a los músculos la energía necesaria para mantenerse en marcha, las proteínas se encargan de una función más estructural, garantizando el buen funcionamiento de los músculos, entre otras muchas funciones como garantizar la salud ósea el funcionamiento del sistema inmunitario y el control de reacciones metabólicas (catalizadas por enzimas, las cuales son proteínas.
Las proteínas están compuestas por aminoácidos, empleados por nuestro cuerpo para construir sustancias y tejidos. El organismo puede sintetizar por sí mismo 12 aminoácidos, pero requiere conseguir más aminoácidos esenciales, como lisina, leucina, triptófano o fenilamina, de los alimentos.
Si no ingerimos las cantidades necesarias de dichos aminoácidos, pueden aparecer consecuencias negativas en nuestro cuerpo, afectando al funcionamiento del sistema inmunitario, hormonal, a la calidad de los músculos y al funcionamiento de los órganos.
Cantidad de proteína necesaria
La Organización Mundial de la Salud (OMS.) recomienda, en adultos, ingerir, aproximadamente, 0,8 gramos de proteínas por kilo de peso al día. Es decir, si una persona pesa 70 kilogramos, deberá ingerir, alrededor, 56 gramos de proteínas cada día.
En niños y adolescentes esta necesidad es algo mayor, llegando a 1 gramo de proteína por kilo de peso. Independientemente de la edad, personas que estén siguiendo una dieta hipocalórica o deportistas que puedan necesitar una ingesta de entre 1,5 y 2,5 gramos de proteína por kilo de peso corporal.
Síntomas que indican una falta de proteínas
Fatiga. La fatiga excesiva o permanente es el síntoma más habitual del déficit de proteínas, y se produce al no contar el organismo con la energía suficiente para poder desarrollar las tareas del día a día.
Pérdida de masa muscular. Si nuestro organismo carece de glucosa y de ácidos grasos como sustrato energético, recurre a las proteínas del tejido muscular, y, como consecuencia, dicho músculo se degrada, perdiendo volumen y resistencia, lo que conlleva una pérdida de fuerza y tono muscular.
Antojos recurrentes. Las proteínas se transforman en glucosa, gracias al metabolismo, en un proceso lento, lo que contribuye a mantener los niveles de azúcar en sangre estables. No consumir una cantidad suficiente de proteínas puede provocar que estos niveles de azúcar suban y bajen, provocando una necesidad de energía y la aparición de antojos, sobre todo de alimentos grasos, dulces y nada sanos para el organismo.
Durante los periodos de carencia de proteínas, nuestro apetito aumenta, y, con él, aumentan los antojos de la comida que más nos gusta. Cuando estos antojos aparecen, lo más probable es que acabemos ingiriendo alimentos con muchas calorías para contrarrestar esa sensación de hambre, y en una cantidad excesiva.
Consumir la cantidad adecuada de proteína nos hará sentir saciados, sin sensación de hambre, evitando así recurrir a antojos a deshoras.
Facilidad para lesionarse o contraer infecciones. Como decíamos, el sistema inmunitario requiere de proteínas para producir los anticuerpos que nos protegen de virus y bacterias. Por consiguiente, un déficit proteico puede aumentar el riesgo de sufrir enfermedades infecciosas.
Además, un bajo consumo de proteínas también puede ser la causa de lesiones durante la realización de actividad física.
Mala cicatrización y periodos de recuperación demasiado largos. Un consumo demasiado bajo de proteínas conlleva un retraso en la curación de las heridas, ya que las células las requieren para su renovación.
Además, enfermar con más asiduidad de lo habitual y un aumento en el tiempo de recuperación también pueden ser síntomas de que el sistema inmunitario se encuentra debilitado a causa de un déficit de proteínas.
Sin la suficiente cantidad de proteínas, las lesiones y las heridas no solo tardarán más tiempo en curarse si no que, además, pueden hacerlo de forma incorrecta.
Pérdida de pelo y aspecto envejecido. El cuero cabelludo es un tejido que está compuesto por aminoácidos, que se obtienen de las proteínas. Si el cuerpo no obtiene el aporte necesario de proteínas a través de la alimentación, utilizará las que ya tiene para garantizar el funcionamiento de los órganos vitales, en detrimento de aspectos como fortalecer el pelo o crear células nuevas para la piel, lo que puede acarrear pérdida de pelo, aparición de arrugas y aspecto envejecido en general.
Retención de líquidos. Un déficit de proteínas en la sangre puede provocar que el líquido del plasma pase al tejido circundante, desarrollando así edemas que puede llegar a ser visibles, por ejemplo, en las bolsas que aparecen bajo los ojos o, de una forma más habitual, en la aparición de barriga.
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